Cuando sonó la chicharra del entretiempo, Joan Peñarroya no pudo evitar lamentar las oportunidades perdidas de su equipo para asegurarse una cómoda ventaja. Las pérdidas de balón inocuas, la falta de control en los tableros y una serie de ataques ineficaces permitieron al Bayern reducir la brecha de un déficit de 7 puntos a una diferencia de apenas un punto. El impulso había cambiado y las espadas chocaron cuando el juego entró en una fase crucial.
El colapso de la segunda mitad:
Los problemas para el Baskonia sólo se intensificaron en la segunda mitad, cuando tuvieron que lidiar con un apagón colosal que transformó el partido en una pesadilla. Después de que un doble crucial de Moneke ampliara su ventaja a 62-52 faltando 2:18 para el final del tercer cuarto, parecía que el Baskonia estaba preparado para la victoria. Sin embargo, un desastroso parcial de 6-24 en los últimos 12:18 minutos del partido resultaría ser su perdición. Su ofensiva se estancó, logrando sólo tres canastas en todo el último cuarto, e incluso el típicamente confiable anotador, New Sweater, tuvo problemas para encontrar su ritmo.
Luchas en ambos lados de la cancha:
Los problemas del Baskonia se extendieron más allá de la ofensiva. Su incapacidad para contener la destreza reboteadora del Bayern los dejó vulnerables, permitiendo a sus oponentes asegurar la alarmante cifra de 14 rebotes ofensivos. La falta de cohesión defensiva, unida a los esfuerzos individuales persistentes, resultó finalmente costosa.
Falta de creación de juego y dirección:
La ausencia de un referente en la posición de base dejó al Baskonia a la deriva en sus conjuntos ofensivos. Los jugadores tuvieron que valerse por sí mismos, lo que resultó en un juego estancado y una incapacidad para generar jugadas de calidad. Sin la opción de pasar a contraataques, el Baskonia se encontró en un atolladero ante un Bayern implacable.